
La inestabilidad es algo que nos caracteriza como seres humanos, y mientras gambeteaba media docena de peatones incoherentes recordaba esos días en los que yo tampoco tuve prisa por llegar, ya estaba ahí. Por un momento en mi vida, la llegada dejó su maratónica carrera existencial, y compartió conmigo un momento de descanso, me sentí un ganador. Otra media docena, esta vez de churros de chocolate rellenos de dulce de leche acompañaban un café excepcional para saciar el más intenso de los bajones en una tarde de octubre, tan solo un año atrás.
Lo que me lleva a pensar que la felicidad es solo el viaje y su encanto antinatural, refractario a la normalidad que nos embelesa por corto tiempo, antes de dejarnos caer en la realidad.
Tratare de llevar a cabo la meta que me propuse de eyectar un delirio por semana, si me dan las ganas, y en lo posible de no aumentar este nivel de mediocridad.
Como dice mi abuelo: "Arriba la vagancia, arriba la sustancia", este ejemplar se retira a polillar.
Como siempre, un placer leer este hermoso compendio de ideas algo atravesadas, de a ratos. Importantes ilustraciones enriquecen el texto, cual cortinado sabanesco en el living de nuestras chozas.
ResponderEliminar¡Viva Perón y Balbín! ¡La Fórmula Ganadora!
Posta, che. Como si fuera a cambiar en algo la situación mundial porque hay un argentino haciendo nada en el vaticano. Como si alguna vez una sola persona hubiera cambiado al mundo sin depender de los demás. Bill Gates robando software, el chabóncito de facebuk violando copyright de otras empresas, Bono de U2 defendiendo a las multinacionales y esas cosas que nos recuerdan la mierda diaria del mundo.
ResponderEliminarEn fin, vamos a seguir polillando.
Suerte!
J.
Tomá! Se sumó Don José.
ResponderEliminarCagaste hermano. Ahora tenés presión de lectores altamente comprometidos con el ulular social así que estás obligado a exponer tus virtudes intelectuales (?).